No se oye padre

el arzobispo de Lima Carlos Castillo se encargó de zarandear a las máximas autoridades del país que asistieron por Fiestas Patrias

El 28 de julio último -día en que la Asamblea General de la ONU reconoció, como un derecho humano universal, el acceso a un medio ambiente limpio, sano y sostenible- el presidente Pedro Castillo, como si viviéramos en un país casi ideal, sin remordimiento alguno, leyó su mensaje a la nación lleno de “realizaciones”, sin admitir la realidad palmaria de la crisis generalizada que nos agobia. Ni por asomo, pues, apareció por ahí una “realización” referida a la crisis climática, simplemente porque sus preocupaciones son otras.

Pero, momentos antes, el arzobispo de Lima Carlos Castillo se encargó, en los mejores términos, de zarandear a las máximas autoridades del país que asistieron, por Fiestas Patrias, a la misa y tedeum. Monseñor Castillo, citando reflexivamente pasajes de nuestra historia, destacó la sensatez del general José de San Martín quien se puso a órdenes de Bolívar a efecto de que ya culminase la guerra por la independencia. San Martín no buscó ningún protagonismo, en esos trágicos momentos, cuando cundían los caudillismos, las ambiciones, traiciones, apetitos de poder, corrupción, etc., algo parecido a lo que hoy padecemos: “instituciones públicas corroídas ante las necesidades de seguridad, salud, trabajo, educación de calidad, equilibrio ecológico y otras demandas de nuestro pueblo”. Monseñor Carlos Castillo, también resaltó, sin rodeo alguno, nuestra “Enorme crisis política con fondo viral de corrupción y encubrimiento al servicio de intereses particulares, así como la indiferencia, individualismos, intereses de grupo y mafias”.

Momentos después vino, desde el Congreso, el mensaje a la nación a cargo del presidente Pedro Castillo. Puro trastorno de personalidad histriónica, como siempre, de los pésimamente llamados padres de la patria y de los “políticos” que los apapachan.  Jesús Véliz Ramos

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