Ha transcurrido medio siglo y aún no sentamos cabeza. Son cincuenta años, pues, de haberse realizado en Suecia, con el lema “Una sola Tierra”, la primera Conferencia Científica de la ONU, conocida como la Primera Cumbre de la Tierra, en la que se designó el 5 de junio, de cada año, como el Día Mundial del Medio Ambiente.
El domingo 5 de junio próximo pasado, entonces, se pudo comprobar que después de 50 años la conducta medioambiental, luego de un paso inicial hacia adelante, es dos pasos atrás.
Estamos en riesgo, y se debe en gran parte a que no se cumplen las reiteradas promesas que se hacen en reuniones mundiales sobre el medio ambiente. No en vano el secretario general de la ONU, António Guterres, está instando a la acción urgente contra la “crisis planetaria triple” que es causada por la crisis climática (que mata y desplaza a más personas cada año), la pérdida de biodiversidad (que amenaza a más de tres mil millones de personas) y la contaminación que ocasiona unos nueve millones de vidas al año.
¿Qué hacer? Pues, todas las naciones deben cumplir con proteger el derecho humano básico a un medio ambiente limpio y saludable para todos, priorizando a sus poblaciones pobres, pueblos indígenas y sus generaciones jóvenes.
En nuestro mundo, donde las emergencias ambientales son pan del día, felizmente los niños y jóvenes se están ganando el liderazgo ambiental, convirtiéndose en agentes clave de cambio para enfrentar la crisis climática y establecer un planeta más habitable y una mejor sociedad. Jesús Véliz Ramos