Tras la propuesta de la Comisión Europea de declarar como inversiones “verdes” a la energía nuclear y el gas, surgió el entusiasmo de los grandes inversionistas, así como también se conoció la decisión del presidente francés Emmanuel Macron que anunció la construcción de catorce nuevos reactores nucleares para asegurar la independencia de su país en materia energética.
El agotamiento de las reservas, y el posible aumento de precios de los combustibles fósiles, más la obligación de cumplir con la reducción de las emisiones de dióxido de carbono, están jugando a favor de los grandes grupos de presión. Estos grupos que utilizan la energía nuclear y el gas fósil, ahora quieren pintarlas de energías limpias. Si esto es así, todo indica que los planes, tantas veces vistos y aprobados en diferentes reuniones internacionales, han fracasado en el intento de reorientar las inversiones hacia las energías renovables genuinamente positivas para el clima.
Es bueno advertir que las plantas de energía nuclear también se convierten en gigantescas tareas a las que deben enfrentarse todos los países que tienen centrales nucleares en cuanto a la eliminación de los residuos radiactivos. La búsqueda de un depósito final de residuos es una cuestión que ocupará a varias generaciones, por no hablar del proceso en sí, que costará miles de millones de dólares.
Ministro Modesto Montoya, en su condición de destacado físico nuclear, ¿usted clasificaría a la energía atómica o nuclear y al gas como fuentes de energía necesarias para nuestra transición hacia una generación sin emisiones de dióxido de carbono? Jesús Véliz Ramos