La crisis climática, la pandemia y las tensiones bélicas entre EE.UU. y la OTAN contra Rusia, junto con los eventos en el Medio Oriente, hacen prever que, en el año que recién empieza, la humanidad tendrá que enfrentar enormes y múltiples desafíos, entre ellos los fenómenos climáticos extremos, el resurgimiento de la pandemia COVID-19 y sus variantes, así como el riesgo de nuevos conflictos que harán peligrar la paz mundial. Es decir, 2022 será un año más de vida peligrosa.

En relación a ese cúmulo de problemas mundiales, las advertencias de los científicos, sobre la salud del planeta, no han desaparecido. Los oídos sordos están más sordos ante los campanazos que los expertos, por ejemplo, lanzan ante la sexta extinción masiva de vida en la Tierra que está en camino, aligerada y potenciada por la práctica humana. Al borde de la desaparición está un millón de especies de plantas y animales, de acuerdo a un informe de la ONU elaborado por destacados científicos que también descubrieron que los ecosistemas naturales han perdido aproximadamente la mitad de su superficie. De manera similar, durante la pandemia, la destrucción de los bosques del mundo aumentó drásticamente y, como era de esperarse, los niveles peligrosos de gases de efecto invernadero siguen acumulándose en la atmósfera a medida del consumo que ya sobrepasa los límites planetarios.

Así empezamos un nuevo año. Y los gobiernos del mundo siguen de espaldas a los objetivos para evitar la destrucción del mundo natural. Jesús Véliz Ramos